lunes, mayo 14, 2007

La dulce niña Carolina



"Cada día odio más los lunes" dijo. Por su cara supe que era la más jóven de las tres. El temblor de su mano revelaba aún algo de miedo, o quizás de la excitación de haberse enfrentado. Sería joven, aún ignorante pero su mirada lo diría todo. No le pasarían por encima.Calló apartando la mirada. Cuando callaba era por propia elección, nunca porque se lo dijeran. Tal vez no sabía qué buscaba pero bien sabía lo que no quería. Las otras niñas intentaron cambiar de tema, distraerla. Ella no escuchaba, como ausente buscaba algo en el viento. De vez en cuando echaba un vistazo hacia mí, como quienes creen que hay alguien que puede estar entendiendo. Después se distraía mirando a sus zapatos, pateando una piedra. No se reirían de que fuese nueva, o más pequeña. Ni los más mayores, ni los más listos. No dejaría que le mirasen con aires de superioridad. "Yo les contesto" me dijo "no me importa quién" Me observó mientras yo asentía. "Para mí no hay reyes" añadió. Sonreí. Miró hacia el suelo y un velo de tristeza cubrió sus ojos sin dejar rastro. "Tus lágrimas deben salir muy caras" dije yo y se volvió hacia mí con un esbozo de sonrisa. Su mirada se volvió más grave, pensativa y por un instante creí ver todo en llamas en la dirección que ella miraba. Sin embargo entendí que aquella pequeña estaría a salvo del mundo.

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