sábado, julio 07, 2007

De amores y esas cosas


Hay ciudades de las que te enamoras los veranos.Como San Petersburgo, narrado por sus escritores rusos, Dublín y sus puentes, Uppsala... Puede que sea por la luz, tal vez los reflejos del agua, pero nadie sabe en realidad de qué se enamora uno. Y tal vez en invierno caigan en el olvido en la oscuridad de las noches más frías. O tal vez no. Para entonces guardamos quizás los atardeceres rojos y las tardes de charlas en la calle, ambos interminables. Sería un pecado quizás, si me tocara inventar uno, ignorar la belleza de sus esquinas con rosas o de las calles que en silencio albergan cines chiquitísimos como los de las películas italianas. Así de repente una ciudad brilla y tú estás ahí, en una ciudad de verano. O quizás es que de todas formas ya estabas enamorado.

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