El verano polar
Ya por fin, a principios de Agosto, llega el verano a Uppsala, y lo celebramos quemándonos tal cual en una buena parrillada argentina, tanto que ayer creía ser el Sol del calor que desprendía mi piel. Es cierto, aquí llega el buen tiempo y se disfruta porque si te despistas ya no vuelve. Así que os voy a contar nuestras aventuras.
El año pasado cuando estuvimos en la costa oeste alquilábamos canoas y acampábamos en la isla que más nos gustaba para dormir, comer o bañarnos* (paradisiaco ehh?). He de hacer una nota en lo de bañarnos porque requiere explicación, es cierto, como estaréis pensando, que aquí en el agua NO te puedes bañar de lo fría que está, sin embargo sobrepasamos las fronteras de lo posible y nos bañamos, cambiando los criterios de lo que es frío, siendo ahora que el agua está fría cuando no puedes respirar.
¿A que parece una foto de buscando a Wally?
Cerca de Uppsala hay un gran lago, Mälaren, que llega hasta Estocolmo, y se puede ir a sus playas, una es la que os pongo en la foto, no son como en España, tienen árboles, césped y sólo se bañan los niños (y nosotros). Hemos ido hasta allá en una locomotora de vapor y en bici, pasando puentes de madera y paisajes verdísimos y luego hemos caminamos por bosques como los de Hansel y Gretel, llenos de frambuesas, setas y duendes.
También cruzamos el lago en barco de motor, pasando islas y veleros, en busca de un castillo blanco habitado por un hombre que simulaba ser un rey y se trajo del Mediterraneo (para su castillo) cientos de estufas que en Suecia no funcionaban. Luego sólo pudo vivir allí en verano.
Ayer, con unas cuantas canoas salimos al mar Báltico, conquistamos un par de islas (bueno en una había pájaros pero en todo caso es mejor que cuando acampamos en otra que había ovejas) Y surcamos con la fuerza de nuestros brazos aguas azules heladas, reflejando la imagen de los remos, islas vírgenes con tantos árboles que uno creería que se iban a caer al agua y algúno que otro pájaro nórdico. La naturaleza exuberante, panteras, caimanes... vale no, eso era Costa Rica, es que el río de Uppsala tiene cierto parecido (y aunque no me creáis eso lo demostraré en otro blog) A ver quien sabe de dónde es la última foto...
2 Comments:
Sí que se echa de menos, resuena en mi cabeza Serrat. Se me hace raro estar aquí, supongo que llega un momento en el que las raíces tiran de uno y siente la ausencia de su entorno "natural".
Yo también estoy quemado, subestime al sol suizo y me dio una lección dejándome la espalda como una loncha de jamón de york. Qué le vamos a hacer.
Tus excursiones parecen muy chulas, me recuerdan un poco a estos parajes alpinos, pero yo siempre he sido más de ciudad y he rehuido un poco de la montaña. Me refugio en parques o en centros comerciales, perdiéndome entre tés y libros en cafeterías anónimas.
Vaya que si se echa de menos, pero cuando vuelvas tiene que haber algo que eches de menos del otro país (seguro que por ejemplo el silencio jeje)
No sé, yo creo que se aprenden muchas cosas fuera, formas de ver la vida.. Por ejemplo yo no me iba a imaginar que los suecos son tan relajados, cada dos por tres empiezan, ¿un cafecito? Y nunca discuten, lo que puede ser al principio estresante pero luego también aprendes a ver las cosas de otra manera.
¡Ah! Y allá el chocolate tiene que ser bueno, no?? Sino ves a Praga que te queda cerca, nosotros nos morimos por ir allí!!
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