viernes, septiembre 21, 2007

Los innombrables

Mi abuela es una persona con la que se puede hablar de todo. La llamé por teléfono a Argentina y estuvimos hablando un buen rato. Entre otras cosas le conté de mi clase de Cultura en conflictos armados, le dije que habíamos hablado de la tortura, dijo eso la verdad no lo entiendo, se hizo un silencio, pensaba exactamente lo mismo que yo. Por supuesto luego estuvimos discutiendo cómo se puede llegar a eso, pero sigo sin entenderlo.
Se habla de crueldad, de fanatismo, de descontrol, de que a pesar de todo los torturadores sonríen, de psicópatas ¿pero tantos?. Pienso en el fanatismo, locura colectiva por unas ideas, políticas, nacionalistas... Tal vez una situación de pobreza extrema y una fe ciega en una revolución que salvará a los tuyos (o al mundo)Y aún así ¿desde que perspectiva se puede llegar a olvidar el valor de una persona? ¿Cómo se puede llegar al grado de crueldad de la tortura? ¿Violencia escalonada? Ni siquiera el grado mínimo de empatía...¿En qué cabeza cabe? ¿Qué puede haber en la cabeza del torturador? ¿Odio? ¿Nada? ¿Hasta qué extremo puede llegar a perder el sentido la vida? Tal vez sea esa increíble, pero común, visión del blanco y negro, los buenos y los malos pero ¿realmente se puede llegar a pensar tan poco? ¿o tan mal?
Por no hablar de los que desde sus sillones planifican las guerras, los que diseñan los instrumentos de tortura y los que estudian las mejores formas de humillar al enemigo. Ahí posiblemente sí que encontremos muchos psicópatas. Sin embargo no deja de dar miedo que tantas personas en estas situaciones se les deja torturar y lo hacen, ¿estaremos rodeados de posibles torturadores? ¿tiene realmente el ser humano una parte tan cruel?
¿Y cómo puede ser que aún a veces las guerras se entiendan cómo algo que se gana, cómo un lugar dónde hay heroes? Si la palabra guerra está manchada de sangre. Siempre. Tal vez convendría recordar esto de vez en cuando. Y añadir que esa sangre podría ser nuestra.