Sé que estabais esperando este post y es que sí, ha llegado el bebé, un hermoso Daniel, pero he hecho otro blog privado para poner sus fotos, ya me lo decís si queréis seguirlo, pero sigo escribiendo aquí también. Mientras Daniel estaba en mi tripa le escribí un librito para él y en las últimas páginas ya ha nacido, quería compartir esas páginas con vosotros por si tenéis curiosidad sobre cómo se siente tener un bebé y verlo por primera vez (esto lo escribí el 8 de Agosto con un Daniel de 17 días):
"Aquí acaba este librito con un Daniel Arvid de dos semanas sobre mi regazo -como ahora mismo!- durmiendo en pañales a las 8 de la mañana en un día cálido de Agosto en Uppsala. Sí, naciste el mismo día que estaba previsto, el 22 de Julio a las 22.14 de la noche, un martes. Yo había tenido dolores (contracciones) desde las 22 del día anterior y de hecho hasta un día antes (...) -os ahorro la parte del parto y de cómo estaba "high" de la epidural porque una matrona me había dicho que me pusiera dosis de más- pero tú saliste en 10-15 minutos al final. En parte porque tenías dos vueltas de cordón y habían perdido el contacto contigo. Así que tu papá se asustó mucho al ver que estabas un poco azul, pero enseguida empezaste a gritar.
Y ahí te tenía en mis brazos y solo veía que eras una personita -en realidad solo veía tu cabeza- y no me lo podía creer! Y tenías mucho pelo, que entonces parecía negro. Los días siguientes los pasamos fascinados contigo. Dormías mucho pero de vez en cuando hacías caritas. Tenías definitivamente la boquita de tu mamá y los ojos azules oscuros y la nariz que se parecían más a los de papá. Ahora tienes el pelo rubio oscuro y cuando te enfadas gritas bien -jajaja!- tienes voz y parece que también carácter.
Ha habido momentos difíciles, has perdido peso, noches sin dormir... pero lo que quería escribir es lo que he sentido al verte. Es distinto de todo lo anterior. De repente eras mi hijo, para siempre. Una persona con su propia vida, ahora totalmente dependiente de mí (y de tu papá). Que vas a tener tu vida, tus gustos, tus amigos, todo tu futuro por escribir.
Nos sentimos (puedo hablar también por tu papá) felices, llenos. Es una sensación parecida a enamorarse pero distinta. Eres la cosa más bonita que he visto en mi vida. Te miro y no sé cómo describirlo. Nos coges con tus manitas pequeñas y sabemos que siempre vamos a estar aquí para ti. Cuando haces pucheros nos queremos morir. Cuando lloras papá dice que le duele. Cuando sacas tus piececitos de la cuna tu papá y yo nos morimos de risa. Y cuando me miras con tus ojitos fijamente, ojitos de gato, casi cruzándolos, apenas puedo creer mi suerte y solo quiero achucharte y comerte a besos. Le pasa lo mismo a tu papá. Lo veo en cómo te mira con adoración cuando duermes, en cómo se acurruca a tu lado como si el mundo girara a tu alrededor. Y cuando te ríes todo el mundo se derrite.
Dicen que criar un niño es difícil, pero desde luego que vale la pena todos los esfuerzos por tener en los brazos a este Daniel pequeñito, tan suave, tan dulce, y verlo abrir sus ojos de un azul profundo como cuando el azul de la tarde se vuelve noche y vemos aparecer la primera estrella."
"Aquí acaba este librito con un Daniel Arvid de dos semanas sobre mi regazo -como ahora mismo!- durmiendo en pañales a las 8 de la mañana en un día cálido de Agosto en Uppsala. Sí, naciste el mismo día que estaba previsto, el 22 de Julio a las 22.14 de la noche, un martes. Yo había tenido dolores (contracciones) desde las 22 del día anterior y de hecho hasta un día antes (...) -os ahorro la parte del parto y de cómo estaba "high" de la epidural porque una matrona me había dicho que me pusiera dosis de más- pero tú saliste en 10-15 minutos al final. En parte porque tenías dos vueltas de cordón y habían perdido el contacto contigo. Así que tu papá se asustó mucho al ver que estabas un poco azul, pero enseguida empezaste a gritar.
Y ahí te tenía en mis brazos y solo veía que eras una personita -en realidad solo veía tu cabeza- y no me lo podía creer! Y tenías mucho pelo, que entonces parecía negro. Los días siguientes los pasamos fascinados contigo. Dormías mucho pero de vez en cuando hacías caritas. Tenías definitivamente la boquita de tu mamá y los ojos azules oscuros y la nariz que se parecían más a los de papá. Ahora tienes el pelo rubio oscuro y cuando te enfadas gritas bien -jajaja!- tienes voz y parece que también carácter.
Ha habido momentos difíciles, has perdido peso, noches sin dormir... pero lo que quería escribir es lo que he sentido al verte. Es distinto de todo lo anterior. De repente eras mi hijo, para siempre. Una persona con su propia vida, ahora totalmente dependiente de mí (y de tu papá). Que vas a tener tu vida, tus gustos, tus amigos, todo tu futuro por escribir.
Nos sentimos (puedo hablar también por tu papá) felices, llenos. Es una sensación parecida a enamorarse pero distinta. Eres la cosa más bonita que he visto en mi vida. Te miro y no sé cómo describirlo. Nos coges con tus manitas pequeñas y sabemos que siempre vamos a estar aquí para ti. Cuando haces pucheros nos queremos morir. Cuando lloras papá dice que le duele. Cuando sacas tus piececitos de la cuna tu papá y yo nos morimos de risa. Y cuando me miras con tus ojitos fijamente, ojitos de gato, casi cruzándolos, apenas puedo creer mi suerte y solo quiero achucharte y comerte a besos. Le pasa lo mismo a tu papá. Lo veo en cómo te mira con adoración cuando duermes, en cómo se acurruca a tu lado como si el mundo girara a tu alrededor. Y cuando te ríes todo el mundo se derrite.
Dicen que criar un niño es difícil, pero desde luego que vale la pena todos los esfuerzos por tener en los brazos a este Daniel pequeñito, tan suave, tan dulce, y verlo abrir sus ojos de un azul profundo como cuando el azul de la tarde se vuelve noche y vemos aparecer la primera estrella."