lunes, junio 25, 2007

El pais donde nunca anochece



Volver a Uppsala y sentir una tranquilidad extraña. No hay estudiantes. Hace calor, No parece Uppsala. Pero ahí está la catedral y el castillo manteniendo un escenario vacío para el verano. Yo voy a trabajar pero se me antoja un mes tranquilo, los demás se van en mi trabajo y el tiempo es mío. Va bien quedarse una tarde de sol en casa, esperar un poco de lluvia e irse a dormir en algún momento, ya que nunca anochece. Así son las noches suecas.
Y recordar un auténtico viaje en tren, 15 horas de tren al norte de Suecia, y ni siquiera salimos del sur. Como un Barcelona-París. Con Johannes y su amigo Gabriel en un cajoncillo de tres literas. Traqueteo y paisajes de bosques y lagos interminables.
Luego en el norte las celebraciones vikingas de la llegada del verano, bailando alrededor de un palo cubierto de flores (no hay que ir a Oceanía para ver costumbres interesantes). Y como hay sol todo el día parece que no pasa el tiempo y que los cuatro días que estuvimos en el norte fueran uno solo lleno de cosas y con algunas siestas (no niego que alguna un poco larga)
El recuerdo más punzante es de cuando nos tiramos al agua y ya no agujas sino cristales de hielo me quitaron el aire, el habla y... por hablar demasiado, por la gracia de decir que nos bañaríamos y carecer del raciocinio que dice que a unos kms del polo no debe estar el agua muy calentita. Pero mmm refrescante.
Tal vez el deseo de bañarse nacía de unos magníficos rápidos que vimos el día anterior que bajaban a una velocidad impresionante (igual Johannes o Gabriel podrían poner un dato más preciso) creando cascadas y nubes de olas blancas, como las que veremos en Argentina cuando vayamos a Iguazú, algún día. Vaya ya he vuelto a Argentina accidentalmente.
Siempre acaban unos viajes y empiezan otros, aunque sean alrededor del mismo sitio

Más adelante pondré alguna foto que nos va a mandar Gabriel!

martes, junio 19, 2007

Los mundos imaginarios



-¿Llevas reloj?
-No, pero si quieres saber la hora...
-No
A veces hacía preguntas de ese tipo, sin interés en la respuesta, quién sabe por qué, tal vez si preguntabas te contestaría cualquier cosa totalmente distinta, dando la sensación de estar en otro mundo. Quién sabe qué se le cruzaba por la mente cuando de golpe paraba y luego para disimular miraba torpemente a un escaparate. Quizás pensaba en otra calle dónde pasaban otras cosas, quizás en vez del suelo se veía caminando por la arena y una piedra había pinchado su pié. Él iba soñando. Donde pasaba el río veía unas luces que no existían reflejadas por la noche en pleno día. Tal vez soñaba con las ramificaciones de la vida y con qué habría pasado si en vez de derecho hubiera estudiado ciencias del mar o arte... O en si viviera en Nueva York o en alguna isla perdida por alguno de los mares. Puede que aún creyese en las ninfas de Becquer o que pensara en alguna chica que bajo una tormenta se puso a cantar. O quizás no pensaba nada. Tal vez lo pensaba yo.

Etiquetas: