Aquellos maravillosos años
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Luego volvió la vida de Madrid, Universidad, fiestas en casa de Moni, la vida en el transporte público...
Era ya mi cuarto año y la carrera se volvía más interesante, eras de los veteranos, caminabas por el campus como por tu casa, te sabias todas las fiestas, las causas a defender y hasta la gente que andaba por los pasillos.
Dos meses después de la célebre frase conocí a Johannes y al mes siguiente empezamos a salir. Ese día estabamos en una de esas fiestas locas con nuestros amigos, de la que tenemos fotos de las orejas de la mayoría de los presentes. No me preguntéis por qué, no era mi cámara...
Tenemos también fotos de Moni en plan Celestina hablando por un lado conmigo y por otro con Johannes. Después el clásico truco de hacerte la dormida y dejarte caer en el hombro de tu chico. (Qué manipuladoras que somos las mujeres a veces!)
Pasó el tiempo y Johannes en vez de volver a sus tierras nórdicas se quedó todo el año, hasta el siguiente verano en Valencia donde llegó también un amigo suyo sueco y formaron el reino independiente de la terraza (notar el parecido con el eslogan de ikea).
Después me fui yo un tiempo a Suecia, volví otro tiempo a acabar la carrera y cuando volví a Suecia este Septiembre al segundo día de estar tenía trabajo.
La mía es una historia de suerte, no lo dudo, pero aún más de gente que me ha ayudado mucho.
Y gracias Moni por presentarme a mi chico!
La feliz parejita de la foto son Mónica y Brendan